Hace 40.000 años, los seres humanos ya poseen un sentido innato del número, al menos como diferencia entre uno y muchos, y la acción de contar surge de la adaptación al medio: contar los objetos que son parte de su patrimonio por ejemplo. También aprecian las magnitudes como diferencia de tamaño entre objetos semejantes y diferencian las particularidades de las formas: la redondez de la luna llena, la curvatura de un río. Cuentan con los dedos y cuando las cantidades que cuentan aumentan, son capaces de registrarlas: amontonando piedras (una por cada elemento contado) o haciendo marcas en una madera: una marca por cada objeto que se cuenta.
Algunos conceptos geométricos los acompañan en su vida diaria: comparaciones de longitudes, comparación de formas, comprensión de que la recta es la distancia más corta entre dos puntos, noción de distancia, estimación de tiempos, noción de verticales y paralelas, reconocimientos de simetrías en animales y plantas. De esta manera nace una geometría asociada a la vida cotidiana.
Se especula con que además de contar y registrar cantidades, son capaces de realizar operaciones simples como sumar y restar.
Durante la última glaciación, el homo sapiens sapiens comienza una serie de cambios en su forma de vida, produce algunos inventos y domestica ciertas especies, se inicia en la agricultura a partir de especies silvestres de trigo y cebada. Aumenta la cantidad de miembros de los grupos humanos y los individuos desarrollan nuevas formas de aprovechar los recursos naturales. Al retirarse los glaciares, la recolección de frutas y semillas y la caza deja de ser la principal fuente de alimentos y se desarrolla la agricultura. Se cree que entonces inventan símbolos para los números, para facilitar la comprensión y la lectura de las cantidades registradas, surgiendo así los sistemas de numeración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario