Lo que hoy se conoce como matemática, nace en la más remota antigüedad en torno de los conceptos de número, magnitud y forma.
Hace unos 40.000 años, los seres humanos tienen un concepto innato del número, al menos como diferencia entre uno, dos y muchos y la acción de contar nace como adaptación al medio; aprecian las magnitudes como diferencia de tamaño entre objetos similares y diferencian las particularidades de las formas.
Cuentan con los dedos y cuanto las cantidades de objetos que cuentan aumentan, son capaces de registrarlas: amontonan piedras o hacen marcas en una madera (una por cada elemento contado). Para facilitar la interpretación de esas marcas, cada cierta cantidad -siempre la misma- hacen una marca distinta y nace así el agrupamiento.
Existen evidencias arqueológicas de la acción de contar y de la numeración primitiva que tienen unos 30.000 años de antigüedad.
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